Se trata de la construcción de una instalación urbana de transporte por cable que probablemente sea la más grande en su especie en toda Sudamérica.
Cuando el tirolés Richard Resl, geógrafo y director del programa UNIGIS América Latina de la Universidad de Salzburgo, pasa revista a los innumerables comentarios y entradas que ha recibido estos últimos años en su plataforma de información, constata que los dirigentes y numerosos habitantes de Quito creían, hasta hace poco, que su propuesta no era más que una mera utopía. Sin embargo, Resl se mantuvo fiel a sus convicciones: había que encontrar una alternativa al creciente volumen de tráfico en las calles de Quito y los municipios circundantes, en plena expansión. La capital ecuatoriana, como tantas otras metrópolis sudamericanas, corre el riesgo de ahogarse en el tráfico.
El proyecto
Como profesor de la Universidad San Francisco de Quito, Resl explicó a sus estudiantes y compañeros de trabajo que el objetivo era la disminución inmediata de al menos 20.000 de los vehículos que circulan cada día por las vías de acceso a la ciudad. De este modo, se contribuiría a reducir significativamente el tráfico y se mejoraría la movilidad de los quiteños. Según Resl, la solución pasa por un sistema de transporte por cable de 7,4 km de longitud que conecta zonas densamente pobladas, en los suburbios al este de la ciudad, y la zona de influencia del nuevo aeropuerto, con el centro de negocios de la capital ecuatoriana, situado a una altura 400 m superior.
Sobre la base de estas condiciones, Richard Resl salió en busca de informes y experiencias positivas con las tecnologías de transporte por cable más modernas para evaluar su aplicabilidad al espacio vital de una metrópoli de más de un millón de habitantes en medio de los Andes.
Tras numerosas reuniones de planificación urbana participativa con expertos en materia de transporte y planificación de la administración municipal, representantes de la policía, iniciativas ciudadanas sobre transporte, organizaciones de la sociedad civil, empresas de transporte público y residentes de más de 50 distritos municipales de Quito y del valle de Tumbaco, los primeros esbozos, muy sencillos, fueron convirtiéndose en planos que se integraron finalmente en una base de datos de información geográfica (SIG). Los análisis espaciales desarrollados a partir de este material mostraron rápidamente las ventajas que ofrecía un sistema de transporte por cable en comparación con otros medios de transporte público. Cuando Richard Resl presentó su anteproyecto al gobierno municipal en 2012, no solo consiguió convencerle de la viabilidad técnica de su idea, sino también de que los costes de la instalación, ascendientes a unos 200 millones de dólares, supondrían una inversión que se podría amortizar aplicando una tarifa de 0,75 USD/viaje, una tarifa típica en la zona. Sobre la base de estos cálculos, el valor añadido social, económico y medioambiental se traduciría en un medio de transporte masivo de alta calidad con una capacidad de transporte diaria de 150.000 pasajeros, una duración constante del trayecto, sin esperas, así como una disminución de la flota de autobuses, un 33 % menos de tráfico particular y un ahorro en las subvenciones para carburantes y tarjetas de transporte en autobús de más de 3 millones de dólares al año. Todos estos factores contribuirían a reducir las emisiones de C02 en un promedio de 120.000 t al año en los próximos 20 años de funcionamiento del sistema.
Según los cálculos de Resl y su equipo, este tramo de «Metroférico» (así bautizó Resl a este sistema de transporte por cable) contaría con una gran aceptación por parte de los conductores (un tercio de los pasajeros) y los usuarios del autobús (dos tercios de los pasajeros), consiguiendo así ya en 2015 una capacidad diaria de 75.000 personas. El atractivo de esta solución es evidente: los usuarios de la vía pública de cualquier clase social, edad o profesión solo tardarían un promedio de 20 minutos para llegar al centro de la ciudad o a casa en lugar de una hora, como es habitual, evitando así sufrir estrés, tener que buscar estacionamiento, exponerse a los riesgos relacionados con el transporte por carretera e incurrir en gastos adicionales.
En un principio, el sistema tendría una capacidad de transporte de 2.500 pasajeros por hora en cada sentido de la marcha durante las horas punta del día. Sin embargo, debido a la rápida e importante expansión de la ciudad hacia las localidades centrales del valle de Tumbaco sería imprescindible diseñar la instalación de cara a ofrecer el doble de capacidad de transporte para estar a la altura de las exigencias previstas para el año 2030.
Estudio de viabilidad técnica
La hora de la verdad llegó cuando Resl logró convencer al alcalde de la ciudad para exigir un estudio de viabilidad técnica. Para ello, la consultora ILF de Innsbruck puso a disposición sus competencias probadas a nivel internacional en materia de planificación de instalaciones de transporte por cable. La comparación de varios trazados posibles de la instalación, conectando el centro de Quito con la zona del nuevo aeropuerto, permitió comprobar que el trazado previsto del Metroférico era la opción más adecuada tanto por su rentabilidad como por su potencial para resolver los problemas de transporte. En este contexto, se hicieron tres trazados técnicamente viables de una instalación tipo 3S (teleférico tricable de movimiento continuo) con cinco estaciones ubicadas entre el Parque Carolina de Quito y el sector El Nacional, en Tumbaco, por un coste previsto de alrededor de 200 millones de dólares. De este modo, se consolidaron los cimientos de la viabilidad técnica y económica del proyecto.
La integración del proyecto en el Plan Maestro de Transporte
Entretanto, el nuevo gobierno municipal, bajo la dirección del alcalde Rodas, decidió convertir el Metroférico en la prioridad del Plan Maestro de Transporte, junto con tres instalaciones de transporte por cable más, de menor tamaño y con un trazado más corto para transportar a los pasajeros a los barrios situados a mayor altura en las afueras de la ciudad. Está previsto que las obras de construcción comiencen en 2015.
La ciudad presentó su proyecto por primera vez el 28 de enero bajo el nombre «Quito Cables» ante todos los medios de comunicación nacionales. En el marco de este evento, Resl expuso los resultados fruto de su trabajo durante años, en los que ha contado con el valioso apoyo e información de empresas y expertos austriacos, que colaboraron de forma gratuita, siguiendo así el espíritu voluntario que rige los movimientos ciudadanos.
Según Resl, cabe esperar que los conocimientos técnicos austriacos, la tecnología actualmente más avanzada a nivel mundial en materia de instalaciones de transporte por cable, se aproveche para la ejecución de este proyecto. Para su realización también se buscan ayudas de financiación en los países europeos.
Resl destaca que hay una gran demanda de esta tecnología de transporte en las metrópolis latinoamericanas, que no dejan de crecer, y que esta tecnología cuenta con una gran aceptación sobre todo entre los habitantes. No obstante, hay que subrayar que el 90 % del trazado de la instalación concebida por Resl pasa por terrenos no edificados debido a su topografía. De este modo se ha podido evitar la resistencia social. Cabe esperar que suceda lo mismo con las tres instalaciones de transporte por cable adicionales que conectarán algunos de los barrios más desfavorecidos con la ciudad y que, por tanto, tendrán un carácter social.
Para Richard Resl no solo se trata de ofrecer a los habitantes un nuevo medio de transporte masivo, sino que para él, este proyecto de transporte por cable puede ser el precursor que demuestre que los ciudadanos pueden participar de manera eficaz en la concepción y la planificación de grandes proyectos realmente útiles y económicamente sostenibles en el espacio vital de una ciudad.